lunes, 24 de septiembre de 2012

Como un cenicero.


Bastaron las chispas de dos pedernales chocando entre sí para reducirlo todo a cenizas. Bastaron sólo dos encuentros...dos estampidas contra el muro férreo que acabamos forjando.
Se dilataban las venas al paso de la aparatosa sangre, fluyendo distendidamente entre una red y otra...como ramas de árboles en llamas, como un bosque entero quemándose al paso del fuego. Sin sentidos o con todos ellos. Un instante puesto en el asador del que sacar las cicatrices candentes....todo se redujo a cenizas.

Sobraron palabras, faltaron miradas. Se abdujeron los eternos minutos que pasaron como siglos en la decadencia de nosotros mismos empujados al sinsentido y la lujuria. Nos dominaron las ganas, nos olvidamos de los por qués. Latían al unísono nuestras manos, los cuerpos dejados llevar hacia el destino de abrasarse y consumirse, porque sólo la pasión descontrolada destruye lo que toca...jamás vuelve a nacer nada bonito, ya nunca crecerá de ahí nada valioso.

1 comentario:

  1. últimamente me falta tiempo y ganas para volver a las andadas del blog, pero de vez en cuando me dejo caer. Me suele pasar que en ti puedo leer las palabras que yo soy incapaz de encontrar, y me encanta. Todo lo que dices suena a verdad irrevocable y eso es algo muy valioso. Chica del pijama rosa, espero poder seguir sintiéndome comprendida aún sin conocernos, parece que no, pero es una gran terapia. :)

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