jueves, 9 de febrero de 2012

Izquierda.


Me muevo en la parte izquierda de un mundo en equilibrio. Es mi obsesión desde pequeña. En mis tempranas aventuras aparecía esa zocata intención de pulir la vida a base sueños estratosféricos y fantasías sin noción del tiempo, arrastrando la británica idea de probar a usar mi mano izquierda para todo. Para mí era la forma correcta de hacer las cosas.

En las bifurcaciones elijo izquierda. En la soledad reclamo izquierda. En mis pesadillas me asalta la izquierda. A la izquierda está la salida, al fondo a la izquierda está el baño, gira a la izquierda en el próximo semáforo, apóyate en mi hombro izquierdo, guiña el ojo izquierdo, patea con el pie izquierdo...

La izquierda en mi cerebro controla mis voluntades, me exige en los movimientos, me aborda en los pensamientos. Mi parte izquierda me reclama pero yo no obedezco. Mi descontrol se observa en la diestra.

Es este incompleto eje zurdo en el que giro el que me hace pensar en mi añorada N. con sus zurdas uñas pintadas, el familiar B. con su zurda caligrafía, mi tío J. con sus descuidados dibujos zurdos, Á. con su zurda guitarra, C. con la zurda frase "me gusta la cerveza", BB. con su zurdo papel de vitela, mi pequeña P. con su zurdo indeleble...y yo...diestra. ¡Maldita sea!

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