miércoles, 25 de enero de 2012

Al abrigo de la piedra.


Una vez leí que sólo los peces muertos siguen la corriente.
Ni soy un pez ni estoy muerta, pero la frase me hizo pensar que a pesar de guardar la ropa mientras nos metemos en el agua y nadar contracorriente por ríos revueltos...volver tras unos pasos y dejarse llevar es la mejor opción. Sintiéndolo todo desde una perspectiva, pues no hay ni realidades falsas ni realidades verdaderas...existe sólo una, la que se sigue y se construye dentro de las posibles alternativas. Y lo mejor de todo es que tenemos en nuestro poder la capacidad de elegir. Yo he elegido mi camino al abrigo de la piedra.

Soy puro impulso, rebelde e intimidatoria. Mi gente no suele entenderlo y otra gente no suele creerlo...pero soy puro corazón y me rijo por mis principios, asequibles y gratuitos. Los comparto si los quieres, los merezcas o no. Y tampoco soy de medias tintas, bien lo sabe mi gente. Y la otra gente puede descubrirlo. Mi cara y mis gestos lo dicen todo. No puedo mentir y ésta es mi verdad.

En otra ocasión leí que la felicidad hay que buscarla en uno mismo y no en los demás, pues tu mundo y tu bienestar se verán obligados a depender de otros. Cierto. Todos estos años buscando felicidad en los demás sin pararme a pensar en mí, en lo que hago o dejo de hacer, en lo que anhelo o rechazo.

El abrigo de la piedra es un retazo de película que cobra sentido al hacerlo mío. Es mi refugio y a él acudo cada vez que me siento pequeña, como ahora.
Un gurruño soy en cuerpo y alma, una mierdecilla aplastada en el borde de una acera, un mico, una mijilla, una partícula sin importancia que cuando se pierde y va a la deriva, dejándose arrastrar por la corriente como un pez muerto, busca el puerto donde anclarse y resguardarse de mareas y remolinos. Pero ya estoy perdida y no me sé encontrar. Escribo sobre mí y para mí buscando todavía sosiego del vacío inmenso que has dejado y que siento a mi alrededor, flotando como la niebla.

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