martes, 31 de enero de 2012

Hermano.


Repaso a un cuarto de siglo.
Hermano, entre tú y yo hay vínculos insalvables, no se pueden explicar por ninguna teoría ni existen en ningún otro rincón de esta Tierra. Son sólo tuyos y míos y en su infinita desrazón habitamos nosotros, el uno para el otro. No hay otra forma de sentirlo cuquino, ni otra forma de llamarlo, es un lazo de sangre poderoso el que me hace pertenecer a tu mundo. Tus problemas son los míos, tus alegrías son las mías. Tu desorden, tus dudas, tus cambios...son parte de mí. No puedo verlo de otra manera.

Jamás se romperá esta fuerza que te envío, esta increible fuerza que te envuelve y te protege (soy tu hermana mayor, no lo olvides), yo nunca dejaría que te pasara nada malo, antes doy mi vida y lo sabes, porque si tú me faltas, me falta media vida y no se puede seguir ni con medio cerebro ni medio corazón y aún menos, con el alma partida en dos.

25 años  y pico unidos, 307 meses de peleas, besos, riñas, juegos, celos...más de 9500 días de entrega al 100%. ¡Basta de números! Te quiero tesorillo, por y para siempre.

domingo, 29 de enero de 2012

El origen.


Todos procedemos de un origen, de una raíz que se adentra en la tierra agarrando fuertemente nuestros pies al sitio al que pertenecemos. Hacia dónde iremos, qué haremos, cómo acabaremos...son retóricas secundarias de un inicio que es seguro. Nacemos y crecemos en el punto donde la vida y los recuerdos se hacen nuestros. Y todo puede cambiar...o no. Los paisajes, los momentos, las personas...van y vienen, algunos se quedan y otros se marchan. Por alguna extraña razón formamos parte de una red social tejida con hilos finos. Y algo debe de aportarnos ese vaivén de remolinos y volteretas, de giros del destino y bucles repetidos, la vida da muchas vueltas y la soledad prolongada no es buena.

He aprendido mucho de esto en los últimos días: algo o alguien llega a ti, cambia no sé qué puntos de vista, te hace sentir y padecer, lo abordas buenamente y todo cambia inexorablemente, como un efecto mariposa a pequeña escala. Y el cerebro, en su inmesa flexibilidad, hace el resto. Los ojos miran a través de un prisma de experiencias que giran 180º el mundo. Me quedo con lo bueno, lo positivo, lo que me aporta seguridad y madurez. No olvido nunca de dónde vengo, de "El origen", que lo mismo puede ser el fruto del amor que se tuvieron un día mis padres, una tierra fértil llena de deseos o un hospital frío y olvidado. El presente se construye con cimientos del pasado y se piensa para un futuro.

No importa el camino recorrido si la meta es la misma, como la primera ley de la termodinámica. Y aún así, la vida no es pura matemática. El sinergismo existe y hay que buscarlo en el origen de nosotros mismos sumado al origen de los demás que nos rodean, que llegan por alguna razón, que se quedan o se van, pero que cumplen una misión.
A todos ellos, gracias. Pero no olvido de dónde soy. A mi origen pertenezco.

sábado, 28 de enero de 2012

Un nudo de seguridad.


Qué cierto es que en la vida, lo que se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado. No creo en el destino...o sí. No sé.
Que te conocí es seguro, que llegaste a mí de rebote, quizás. Tu empeño hizo el resto y yo me dejé arrastar por la fuerza de tus mareas. Tus impulsos eran tan grandes que ni yo los podía controlar. Y pasó.
Nos fundimos en un primer beso. De píe, yo hundida en tu pecho, tú acomodado en mi cintura.
Dudosos días después, largas tardes pendientes de un mensaje o una llamada. Dudas otra vez, etiquetas para un sentimiento, incertidumbre: "¿qué somos?", "¿qué quieres?"...argumentos válidos para una historia de amor sin fecha de caducidad.

Tantas cosas han pasado desde entonces, cuántos recuerdos compartidos, qué de días juntos siempre, siempre juntos.

Y entre tú y yo, una cuerda, un grigri, cintas exprés, un arnés, pies de gato y 20 metros al vacío. La prueba de no caer la guardas en tu ocho doble, ese nudo de seguridad que hiciste con tus brazos sobre mis hombros sabiendo que yo jamás me escaparía por mi propia voluntad. Y ahí sigue, que cuánto más se tira, más se aprieta. Y la reunión tan cerca como quieras poner la meta, alcanzable...realizable. No es un quinto, es la roca más complicada, la vía más dura y tú abriéndola primero. (¿Cómo la llamamos? Vía libre). Ni poema de roca en Desplomilandia.

Pinky promise?

viernes, 27 de enero de 2012

La cuerda floja.


Imagina que estás al borde de un precipicio. Varias decenas de metros más abajo, la calle se proyecta como una ilusión óptica, es un espejismo que se antoja irreal pero que asusta solo de pensarlo.  Estás en la cuerda floja, lo que significa que un paso en falso y el abismo te engullirá, sin más opciones que la que has perdido.

La estampa es la clásica: un pie sobre la cuerda, adelantando al otro pie que se va soltando lentamente para dar otro paso más, los brazos en cruz moviéndose levemente arriba y abajo, balanceo ligero, la mirada al frente, sudor frío y pensamiento de no caer. Mantén el equilibrio. No es un juego pero si caes....game over.

Supón que estás temblando, que la mente te la juega, que te disipas y no sabes responder, pierdes las ganas y las fuerzas, no deseas continuar...sepas que no hay miradas atrás, no hay senda reversa...te has metido en una calle sin salida. Extiende tu cuerpo y sigue al frente. Fluye a través del aire, llena tus pulmones y suelta tus cargas. Al final está la recompensa merecida, lo que más deseas en el mundo.

Los sentidos debes concentrarlos en no precipitarte, en ir despacio, construir un camino recto, no salirte de la cuerda que pende de tu vida. No te alteres, los obtáculos se vencen. Difícil sí, pero no imposible. Tranquilo, la soga no se romperá, no se aflojará, no se cortará...se ha fabricado con lo mejor y es resistente al peso de mil vidas enteras. Pero no llevas seguro, y si tropiezas y te desestabilizas...si no tienes cuidado y te desplomas...MUERES! Y la muerte no da segundas oportunidades. Es el sumidero del que nunca se sale.
Avanza valiente, este mundo no es para los cobardes ni para los que dejan escapar un sueño. Yo ya he superado esta prueba.

miércoles, 25 de enero de 2012

La tormenta.


¿Alguna vez habéis vivido "la tormenta" interna?
El cerebro que me maneja la vive a diario a través de impulsos eléctricos que ordenan y desordenan recuerdos, sentimientos e imágenes al más puro estilo del zafarrancho de combate.
Millones de neuronas dormidas acuden a mi llamada y despiertan hoy a la bestia que hibernaba a razón de años por segundo. Y como un resorte, se dispara una velocidad vertiginosa entre mente-ojos-dedos-teclado.

No os preocupéis, es un mal que nos pasa a todos alguna vez en la vida. A mí, al menos, me ocurre. Los saltos en las sinopsis, los desvaríos propios de la edad, las confusiones en las horas muertas, la percepción se agudiza, la rebeldía se postra en un sillón, la lucidez actúa en tiempos de guerra interna...la bestia resurge imparable y hambrienta. Me hace suya y yo no quiero resistirme.

Y como tal, actúo en consecuencia. Me dejo fluir, caer, fluir, subir, caer, fluir y esperar. Espero que estas musas no me abandonen, espero que estas riquezas no desaparezcan como cortina de humo, espero que queden quietas pululando en mi cabeza, encerradas en el cuarto oscuro de mi memoria, en las alentadoras esquinas de mi alma y salgan cuando yo quiera, a impulsos de papel y lápiz.

Sólo así puedo ser yo, como antaño, con las ganas de crear y ser, de no callar y ser, de despertar no sólo en mí la bestia que llevamos dentro y que estalle como la tormenta que nos hunde los pies en la tierra y que nos hace sentir parte de esta vida. Sólo así puedo ser yo. Sólo así puedo despertar tu bestia.

Al abrigo de la piedra.


Una vez leí que sólo los peces muertos siguen la corriente.
Ni soy un pez ni estoy muerta, pero la frase me hizo pensar que a pesar de guardar la ropa mientras nos metemos en el agua y nadar contracorriente por ríos revueltos...volver tras unos pasos y dejarse llevar es la mejor opción. Sintiéndolo todo desde una perspectiva, pues no hay ni realidades falsas ni realidades verdaderas...existe sólo una, la que se sigue y se construye dentro de las posibles alternativas. Y lo mejor de todo es que tenemos en nuestro poder la capacidad de elegir. Yo he elegido mi camino al abrigo de la piedra.

Soy puro impulso, rebelde e intimidatoria. Mi gente no suele entenderlo y otra gente no suele creerlo...pero soy puro corazón y me rijo por mis principios, asequibles y gratuitos. Los comparto si los quieres, los merezcas o no. Y tampoco soy de medias tintas, bien lo sabe mi gente. Y la otra gente puede descubrirlo. Mi cara y mis gestos lo dicen todo. No puedo mentir y ésta es mi verdad.

En otra ocasión leí que la felicidad hay que buscarla en uno mismo y no en los demás, pues tu mundo y tu bienestar se verán obligados a depender de otros. Cierto. Todos estos años buscando felicidad en los demás sin pararme a pensar en mí, en lo que hago o dejo de hacer, en lo que anhelo o rechazo.

El abrigo de la piedra es un retazo de película que cobra sentido al hacerlo mío. Es mi refugio y a él acudo cada vez que me siento pequeña, como ahora.
Un gurruño soy en cuerpo y alma, una mierdecilla aplastada en el borde de una acera, un mico, una mijilla, una partícula sin importancia que cuando se pierde y va a la deriva, dejándose arrastrar por la corriente como un pez muerto, busca el puerto donde anclarse y resguardarse de mareas y remolinos. Pero ya estoy perdida y no me sé encontrar. Escribo sobre mí y para mí buscando todavía sosiego del vacío inmenso que has dejado y que siento a mi alrededor, flotando como la niebla.

martes, 24 de enero de 2012

Descubrir a un Pomelo.



Ácida y picante, como un pomelo. Me compongo de infinitos "yos", incontables caras de una misma persona. Mi "yo" coqueto y presumido, mi "yo" salvaje y descontrolado, mi "yo" dulce y sumiso...comparten vida en un volumen de exitencia al cual me he unido en plan okupa y para siempre, como un parásito aferrado a un cuerpo.

Estos últimos meses me ha tocado descubrir a un Pomelo. He tenido que adentrarme en mí misma para ver qué soy y hacia dónde voy. Y a día de hoy me encuentro más cerca del final de esta investigación que comencé a raíz de la ansiedad que atacaba mis pulmones y mi corazón. Mi mente se encontraba enferma.
Este viaje a mi interior se va acabando, mi billete sólo es de ida y ya toca bajarse del transporte que me ha llevado a la loca aventura de conocerme tal y como soy y de sentirme bien con ello.

Estaba tan equivocada y erré tanto con mi sombra...que ahora no creo que aquélla que se quedaba en la cama por no afrontar el día, aquélla que se hacia daño y se castigaba, aquélla que hería a sus seres amados...apenas hoy es parte de mí. He sentido la vida y sus retos. Y quiero agarrar todo lo que me ofrece. Y quiero sentirlo todo visceralmente, sin desidias ni aflicciones.

De nuevo vuelvo a tener proyectos e ilusiones, metas que alcanzar a corto y largo plazo, gente a la que ayudar, sensaciones que experimentar, personas a las que amar, lugares que visitar...no puedo pedir más pero quiero más. Exprimirme como se exprime un pomelo y sacarme todo el jugo.

Y compartir siempre...¿acaso eso no es una recompensa?

El arte de engañar.



Se puede ser mezquino y traicionero con los demás, pero no con uno mismo. ¿Qué sentido tendría eso? (Responde en tu interior, porque el mundo no está preparado para ese tipo de preguntas, nadie las quiere saber).

Amamos lo nuestro y por dentro somos invencibles...¿acaso nos engañamos? Sí y no.
Somos egoístas por naturaleza y ansiamos gloria y reconocimiento, salirnos de las normas y destacar sobre cualquier cosa. Nos volvemos a engañar con malas artes...episodios de los que aprendemos a mentir sin que nadie nos enseñe, para ocultar una realidad o un delirio de nuestra sombra. No aprendemos a focalizar.

Se puede ser rastrero y sucio con los que no apreciamos ni conocemos, pero no con nuestro propio alma. En el fondo sabemos la verdad de nuestra identidad y ocultamos lo que no gusta que otros conozcan. Hemos adquirido el arte de engañar. Tendemos a idealizar y destrozamos a nuestro paso. Arrasamos con cualquier atisbo de humildad. (Siento ser tan pesimista, no me gusta ser así).

La cruda realidad nos acecha ahí fuera, ¿existimos para dañar? Para mí, la respuesta es no. Llamadme loca si todavía creo en el ser humano y su capacidad de empatía. Perdonadme si siento que en el interior de algunas criaturas se cuece aún el guiso de la sensatez y el civismo. Cada cual barre a su terreno, pero la vida es algo más que conseguir para nuestros adentros...es mi razón de ser y la de todo aquél al que le late el corazón y le fluye la sangre caliente: libertad y calma. Vive y deja vivir. Ayuda y se feliz.

Estas premisas me hacer ser como soy: egoísta pero entregada.